Tras el devastador terremoto de magnitud 7,7 que asoló Myanmar, las condiciones climáticas adversas han puesto en jaque a las labores de rescate. Rescatistas están luchando por encontrar sobrevivientes, mientras que organismos internacionales advierten sobre un incremento en el riesgo de enfermedades como el cólera, provocado por el calor extremo y las lluvias inusuales. Esta combinación peligrosa complica enormemente los esfuerzos de apoyo en un país ya golpeado por la guerra civil.