La huelga general del 10 de abril en Argentina mostró una respuesta desigual a las decisiones económicas del presidente Javier Milei. Mientras muchos trabajadores del sector estatal se unieron a la protesta, varios comercios permanecieron abiertos, y parte del transporte público siguió operando. Esta situación refleja el descontento social en torno a las medidas económicas implementadas por el gobierno.