La atención se centra en el papel de los actores financieros en la crisis climática, ya que, a pesar del creciente movimiento por la sostenibilidad, los 60 principales bancos del mundo invirtieron en 2023 un total de 347.000 millones de dólares en la expansión de energías fósiles. Este fenómeno ha suscitado un debate sobre cómo se pueden redirigir esos fondos hacia iniciativas que combatan el cambio climático y promuevan un uso responsable de los recursos.