La situación en la provincia de Kherson y su capital ha alcanzado niveles críticos, donde la población ha estado bajo un constante asedio por parte de drones rusos que atacan deliberadamente a civiles. La Comisión Internacional Independiente de Investigación sobre Ucrania, apoyada por la ONU, ha calificado estos ataques como crímenes de guerra al documentar un patrón sistemático de agresiones aéreas que ha costado la vida a cerca de 150 personas y ha dejado a centenares de heridos. Esta ofensiva ha afectado extensas áreas a lo largo del río Dniéper y ha generado un clima de miedo y desesperación entre los residentes, quienes se ven obligados a buscar refugio en la incertidumbre mientras el mundo observa. Los atacantes utilizan drones adaptados para lanzar explosivos, lo que agrava la crisis humanitaria y marca un nuevo nivel de violencia en el conflicto.