En un curioso contraste de eventos, mientras se celebraba el desfile militar por el 250 aniversario del ejército en Washington, la ciudad de Los Ángeles se vio envuelta en protestas contra el presidente Donald Trump. Mientras que en Washington se disparaban fuegos artificiales, en Los Ángeles se lanzaban gases lacrimógenos para dispersar las manifestaciones que se oponían a las políticas del mandatario. Las alertas sobre la ilegalidad de la protesta resonaban en los teléfonos de los asistentes, a quienes se les instaba a evacuar. Durante su discurso, Trump declaró que si se atacaba al pueblo estadounidense, el ejército iría por los responsables, intensificando así el clima tenso entre fuerzas de seguridad y manifestantes.